Martha Rocío Lizarazo Arévalo
Coordinadora Hogares Teresa Toda de Colombia
Con motivo de la celebración del centenario de la muerte de
la Madre Teresa Guasch, me uno a todos los que hacemos parte de esta gran
familia, que está bajo la protección de la Virgen del Carmen y de las dos
Teresas, madre e hija, dando gracias a Dios porque de manera creativa y
sencilla ha sabido hacerse presente en estas mujeres, quienes inspiradas por el
Espíritu Santo decidieron dar su aporte en la construcción del Reino de Dios
aquí en la tierra.
He tenido la bendición de crecer recibiendo la formación
legada por las fundadoras, y aunque nunca hice los votos religiosos para hacer
parte de la Congregación de Hnas. Carmelitas Teresas de San José y no estudié
en un colegio Carmelo Teresiano, me siento hija, y no cualquier hija, hija
predilecta, pues he podido formarme y crecer a través del ejemplo que quedó
escrito y después difundido, en palabras y obras, por parte de algunas
religiosas que han sabido vivir la sencillez, la humildad, el abandono y la
entrega a los más necesitados, como sin lugar a duda lo querían nuestras
Venerables Madres, Teresa Toda y Teresa Guasch.
Al igual que Teresa Guasch, siento que desde los doce años
de edad, época en que empecé a acercarme a la Congregación, experimenté el irme
“convirtiendo en tierra abonada y preparada para recibir y acoger la llamada
que Dios tenía reservada para mi vida”, en el servicio y entrega diaria,
primero desde la catequesis parroquial, grupos juveniles, aspirantado, y más
adelante desde diciembre del año 1994, hasta la fecha, en Hogares Teresa Toda
de Colombia, obra creada para la acogida y formación integral de niñas
huérfanas, abandonadas o como recientemente se les llama en términos legales
“declaradas en adoptabilidad”, pero que en esencia son mujeres que por diferentes
situaciones han sufrido el maltrato, el abandono, la negligencia, el rechazo y
muchas otras formas de exclusión y orfandad.
A ejemplo de Teresa Guasch, quien junto con su madre pudo
leer el paso de Dios por sus vidas y su designio amoroso y providente sobre
ellas, recibiendo una esmerada educación, sobre todo una formación bien
asentada en los principios y valores cristianos, es lo que desde el inicio
hasta la actualidad nos ha inspirado, tanto a las religiosas como a los laicos
que hemos continuado la obra, para no medirnos en esfuerzos que ayuden en la
formación y consolidación del proyecto de vida de las niñas y jóvenes,
“talentos sagrados” que se nos han
confiado, ofreciendo educación que les permita conocerse, creer en ellas
mismas, desarrollar su habilidades, soñar y transformar sus vidas, buscando que
incidan en ellas y en la sociedad que espera contar con mujeres de alta calidad
humana, profesional y espiritual.
Como Teresa Guasch, la profunda experiencia de Dios es la
que nos ha ayudado como formadores a asumir con paciencia las contrariedades y
dificultades presentadas a lo largo de estos casi 23 años, producto no sólo de
los altibajos propios en la formación de las niñas, adolescentes y jóvenes,
sino también de algunas situaciones dolorosas suscitadas entre las directivas,
que más que ayudar a crecer la obra, buscaban su debilitamiento, poniendo a
prueba la razón de ser de la misma, pero que al ser Obra de Dios, no tuvo más
que fortalecerse y seguir creciendo, acogiendo a lo largo de estos años a 184
niñas, adolescentes y jóvenes que han visto el rostro misericordioso de Dios en
mujeres que nos esforzamos en ser madres, maestras y amigas, a ejemplo de
Teresa Guasch Toda.
“Mantengamos viva la
llama de Teresa Guasch”, en palabras, expresiones y acciones concretas que engendren
vida, hagan crecer la esperanza, consoliden familia, acerquen a Dios, formen
mujeres fuertes para la vida, capaces de vivir con fortaleza y serenidad las
tribulaciones, dispuestas a servir, haciendo el bien siempre bien, con sencillo
corazón.
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