LA
VIVENCIA DE LA TERNURA EN NUESTRAS MADRES FUNDADORAS
Constanza Andrea Farías Banto
Novicia Carmelita Teresa de San José, segundo
año
Amar como ellas lo hicieron y
dar la vida por amor siguiendo el ejemplo de Jesús se hace posible cuando
descubrimos la ternura de Dios en nuestras vidas.
La ternura es una
característica que define la vida de Teresa Toda y Teresa Guasch, mujeres
apasionadas que entregaron su vida al servicio del Reino, haciendo todo por
amor. La ternura de Dios se fue arraigando en sus actitudes a tal punto que
llegaron a vivir el amor en grado heroico. Guiadas por el Espíritu Santo recorrieron
el camino que las llevó a configurarse con los sentimientos y afectos de Jesús,
el Hijo de Dios, que con su encarnación transfiguró y elevó nuestra condición
humana.
El encuentro con la ternura
pascual de Jesús permitió que en el corazón de estas dos mujeres se encendiera la
llama de la perfecta caridad, es decir la llama del amor oblativo que se hace
entrega y donación. Ese amor las llevó a recorrer el camino de la cruz. Sin
embargo, Teresa Toda y Teresa Guasch no lo viven como una experiencia de
muerte, sino de resurrección. La cruz para ellas se transforma en signo de amor
que las lleva a comprender que la ternura de Dios se manifiesta por caminos completamente
distintos a los nuestros, es decir que la ternura cristiana reside en la fuerza
del amor humilde y no en esas manifestaciones de grandezas exteriores que
comúnmente buscamos. De esta manera en los desprecios y humillaciones que viven
nuestras Madres descubren a un Dios lleno de piedad y bondad, un Dios que se
encarna y asume sobre sí sus desprecios y humillaciones. Descubren a un Dios
que las llama a vivir, a un Dios que se vale de sus experiencias de muerte
(maltrato y abandono) para dar vida a las niñas pobres, huérfanas y desvalidas
que necesitan conocer el amor de Dios.
La muerte de Dios en la cruz
les recuerda el amor y las impulsa a renunciar a sí mismas, a una vida de
entrega y sacrificio. La cruz les recuerda que la vida no acaba con las
situaciones dolorosas que van apareciendo, porque Dios las ha llamado a la
trascendencia y las ha invitado a mirar más allá de sus sufrimientos. El Señor
las llama a la esperanza. Es por eso que nuestras Madres acogiendo este llamado
del Señor son capaces de contemplar la voluntad de Dios aun en medio de las
situaciones difíciles... y así confiadas en Dios nuestras Madres descubren a un
Dios que se hace presente en todo y en todos, pero especialmente descubren que
el rostro de Jesús se les revela en las niñas pobres, huérfanas y desvalidas.
Y así confiando en Dios,
abandonándose a la Providencia aprendieron a vivir la experiencia de la cruz
con alegría. Esta experiencia de la cruz las llevo a una muerte espiritual, y al
igual que Cristo bebieron el cáliz de la pasión y lo hicieron hasta la última
gota, pero contemplando a Jesús aprendieron de Él y se sumergieron en la noche
espiritual confiando plenamente en el Padre, con la certeza de que "Dios dispone todas las cosas para bien
de los que lo aman, a quienes él ha escogido y llamado” (Rom 8,28)
Viven el Anonadamiento, y al
igual que Jesús, se fueron despojando de sus riquezas, asumiendo la condición
de verdaderas pobres cuya única riqueza y absoluto era Dios. Aprenden a ponerse
en el último lugar y a pesar de las humillaciones que reciben no huyen de
ellas, antes se alegran por compartir los sufrimientos de Jesús, y al igual que
Él recorren este camino siendo obedientes. Frente a las dificultades, al igual
que Jesús, confiaron y se abandonaron en el Padre viviendo la Infancia
Espiritual.
Sin embargo, todo esto, lejos
de llevarlas a encerrarse en sí mismas despierta en ellas la empatía, que las lleva
a sumergirse en la realidad del hombre, a ponerse en su lugar, y a hacerse
cargo de sus necesidades. Desde la cruz nace una Congregación cuya misión en el
mundo será mostrar el rostro tierno y misericordioso de Dios a las niñas pobres
y huérfanas. En la cruz esta la vida y el consuelo, nuestro camino para llegar
al cielo como dice Santa Teresa de Jesús. En la cruz está nuestro futuro, un
futuro que nos ayuda a comprender que la ternura es un compromiso que se
adquiere para responder al proyecto de Dios. De esta manera nuestras Madres se
convierten en testimonio de ternura por medio de la entrega y de la compasión.
Sus vidas son una constante entrega y donación que las lleva hasta el perfecto
holocausto. Sin embargo, en este camino de cruz reconocen que no van solas.
Jesús se ha convertido para ellas en su Camino, Verdad y Vida… el mejor compañero
de viaje, un Maestro que les enseña a vivir la ternura de la cruz como
compasión. Jesús las mueve a amar, incluso aman a quienes no merecen ser
amados. En ese sentido son edificantes los testimonios que dan cuenta que tanto
la Madre Toda como la Madre Guasch son capaces de perdonar a quienes las han
maltratado y humillado. Esto nos habla de que nuestras Madres siguieron el
ejemplo de Jesús que muere en la cruz amando y perdonando a quienes, a ojos
humanos, no merecían ser amados ni perdonados: a sus verdugos.
Comentarios
Publicar un comentario